Después de que
Pablo y Bernabé predicaron el evangelio en la región de Galacia, algunos
venidos de Jerusalén se entremetieron, causando perturbación, diciéndoles a los
gentiles que habían creído en el Señor, que si no se circuncidaban no podrían
ser salvos. Entonces, Pablo y Bernabé fueron enviados a Jerusalén, la fuente
del problema, para resolver el asunto con los líderes de allí. El punto más
importante de este meollo era la circuncisión. Cuando fueron a Jerusalén, Pablo
llevó consigo a Tito, que era griego. A pesar de que los de Jerusalén exigían
guardar la ley de Moisés, el asunto de la circuncisión no se impuso a los
gentiles. Tito fue obligado a circuncidarse (Gá 2:3).
Gálatas 2:4 habla
sobre ser reducidos a esclavitud, la esclavitud bajo la ley. Al practicar la
circuncisión, los creyentes neotestamentarios estaban siendo reducidos a
esclavitud. Pero, nosotros que estamos en Cristo, ya fuimos libertados: para
libertad Cristo nos libertó. Permanezcamos, pues, firmes y no nos sometamos de
nuevo al yugo de la esclavitud (Gá 5:1-2). Quien está en Cristo, ya tiene
libertad. No es más esclavo de la ley, no está más bajo el yugo de la ley.
En Hechos 15, por
la decisión que fue tomada entre los apóstoles y presbíteros de Jerusalén,
podemos ver que los gentiles no fueron subyugados por la rigidez de la ley. La
libertad que ellos tuvieron en Cristo no fue reducida a esclavitud. Por la
palabra de Pedro, vemos que ya hemos sido libertados de la ley, ya tenemos
libertad en Cristo. No somos más esclavos del pecado ni de la ley. Nosotros no
dependemos de la obediencia de la ley del Antiguo Testamento para ser salvos
por la fe en Cristo en el Nuevo Testamento.
El Señor Jesús no
sólo nos libertó, sino que Él aún nos suple de tal manera que siempre tenemos
esa libertad en Él (Gá 5:1). Ya no somos más reducidos a esclavitud por la ley.
No solamente tenemos la libertad exteriormente, sino que aún tenemos
interiormente el suplir de vida y Espíritu, y disfrutamos descanso y paz. Ya no
nos preocupamos por la ley. El Señor nos da disfrute y vida por medio del
Espíritu, y así logramos vivir una vida según el patrón de Dios, por encima de
la exigencia de la ley. Luego, somos libres porque Cristo nos libertó.
Ya que todos hemos
ganado la libertad y estamos libres de las exigencias de la ley, debemos tener
cuidado para no volver a someternos a la esclavitud de la ley, no sólo a la ley
del Antiguo Testamento, sino también a cualquier ordenanza que nosotros mismos
fabriquemos. Aun en la iglesia puede ser que existan muchas ordenanzas que
nosotros mismos hemos creado e intentamos guardarlas. Esas ordenanzas nos
esclavizan y nos hacen volver a la ley. Fuimos salvos por la gracia, y no
debemos de ningún modo volver a la ley ni ponernos bajo esas ordenanzas.
Sin embargo, aparte de aquellos que han hecho que el cristianismo parezca una lista de
ordenanzas, reglas y rituales, también hay otro lado que tenemos que evitar. En ese lado tenemos a aquellos que usan la libertad como una excusa
para pecar: “¿Qué no soy cristiano? ¿Qué no soy salvo por gracia? ¿A caso no me
ha libertado Cristo? Entonces está bien que haga lo que yo quiera”. En esta
categoría tenemos a aquellos que claman que son cristianos, y la manera en la
que viven casi no es diferente de la manera en que aquellos que no conocen a
Cristo viven. Cuando la gente del mundo la ve se sienten confundidas y se
preguntan cuál es la diferencia al ser cristiano. Esa es una manera peligrosa
de pensar y vivir, Pablo advierte: Gálatas 5:13 “Porque vosotros,
hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como
ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros.”
Y también Pedro
repite en 1 Pedro 2:15:16 “Porque esta es la
voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres
insensatos; como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto
para hacer lo malo, sino como siervos de Dios.”
Aunque somos libres, no debemos usar nuestra
libertad como una oportunidad para la carne, como una tapadera para la maldad.
Como Pablo pone en Romanos 6:15-18 “¿Qué, pues?
¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna
manera. ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle,
sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de
la obediencia para justicia? Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del
pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual
fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la
justicia. ”
Un hombre es
esclavo del amo al cual obedece. ¿Obedeceremos de nuevo al pecado –por lo que
Cristo dio su vida para liberarnos? “EN NINGUNA MANERA” es la respuesta de
Pablo. Y continúa: Romanos 6:20-23 “Porque cuando
erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia. ¿Pero qué fruto
teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de
ellas es muerte. Más ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos
siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida
eterna. Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida
eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”
Es erróneo creer
que no hay problema si le damos lugar al pecado. Hay un pago para esto, “y la
paga del pecado es muerte MAS LA DÁDIVA DE DIOS ES VIDA ETERNA EN CRISTO JESÚS
SEÑOR NUESTRO” y como Gálatas 6:7-8 repite: “No os engañéis;
Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también
segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas
el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.”
Para concluir: por lo cual “no usemos la
libertad como una oportunidad o excusa para la carne sino a través del amor
sirvámonos los unos a los otros.”, amen.
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