¿Me reconozco como
un pecador perdido y culpable en la presencia de un Dios santo y justo (Romanos
3:10-19,23)? ¿Reconozco que mi propio corazón es engañoso y perverso e
incurablemente enfermo (Jeremías 17:9; Marcos 7:21-23)? ¿Reconozco que merezco
la muerte y el infierno (Romanos 6:23)? ¿Acepto que si Dios me diera lo que
merezco y me recompensara o pagara según como he llevado mi vida, yo sería
destrozado (Salmo 130:3; compare Salmo 103:10)? ¿Admito que no puedo hacer
absolutamente nada para salvarme a mí mismo (Tito 3:5)? ¿Comprendo que mis
mejores esfuerzos para hacer buenas obras nunca me ganarán o conseguirán la
entrada al cielo (Efesios 2:8-9)? ¿Me doy cuenta que ni mi iglesia ni mi
sistema religioso pueden salvar mi alma (Jeremías 17:5)? ¿Estoy convencido que
mi propia rectitud y mi propia virtud están lejos de la justicia que Dios
requiere y demanda (Romanos 3:10-12; 1 Corintios 6:9-10)? ¿Tengo yo en y por mí
mismo alguna credencial personal que sea aceptable a Dios (Isaías 64:6)? ¿Creo que
Jesucristo es la única solución que Dios tiene para mi pecado (Hechos 4:12)? ¿Reconozco que
Jesucristo es el único camino a Dios (Juan 14:6), la única puerta de salvación
(Juan 10:9), el único Salvador de pecadores (Mateo 1:21), el Único que puede
darme vida eterna (Juan 10:28; 17:3)? ¿Comprendo que Jesucristo es el eterno
Dios (Juan 1:1-3), que vino a este mundo y se hizo hombre para salvarme (Juan
1:14; 1 Timoteo 1:15; Juan 3:17)? ¿Estoy convencido que ÉL me amó, aun siendo yo
un pecador (Romanos 5:8; Juan 3:16) y que murió y resucitó para salvar mi alma
(Romanos 4:25)? ¿Estoy persuadido que el Señor Jesús murió en la cruz por mis
pecados y que murió en mi lugar como mi perfecto sustituto, muriendo en mi
lugar, pagando completamente el total castigo por mis pecados (Isaías 53:6; 1
Pedro 3:18; 2 Corintios 5:21)? ¿Estoy confiando en ÉL y sólo en ÉL para
salvarme (Hechos 16:31)? ¿He venido a ÉL con la fe sencilla de un niño (Juan
6:35,37; Mateo 11:28)? ¿He recibido personalmente por fe al Señor Jesucristo
como mi Salvador (Juan 1:12)? ¿Está descansando todo mi ser en quién es ÉL
(Juan 8:24), en lo que ÉL ha hecho (1 Corintios 15:3-4) y en el que ÉL ha dicho
(Juan 6:47)? ¿Creo que ÉL es capaz de salvar completamente a todos los que por medio de
ÉL se acercan a Dios, incluso a mí (Hebreos 7:25)? ¿Creo en la
declaración de Cristo que se encuentra en Juan 5:24? ¿Juan 3:16 es cierto
respecto a mí? ¿Alguna vez he compartido con otros que Jesucristo es mi
Salvador (Romanos 10:9-10, Mateo 10:32)? ¿Puedo decir de todo corazón: mi esperanza se
basa sólo en la en la sangre y en la justicia de Jesús? No confío en sistema
alguno, sólo me apoyo en el Nombre de Cristo. En Cristo, la firme Roca estoy
asentado, cualquier otro terreno es arena movediza.
Otra pregunta que
me puede ayudar es: si yo muriese hoy y compareciese ante Dios y ÉL me
preguntara: ¿“por qué debo permitirte entrar en mi cielo santo”? ¿Cuál sería mi
respuesta? Si mi respuesta apunta a mí en alguna manera (mis propias
credenciales, mis propias obras, mis deberes religiosos, etc.) no estoy sobre
terreno sólido. Aquí hay algunos ejemplos de personas que confían en SI MISMAS: “Dios debe dejarme
entrar al cielo, porque durante mi vida he hecho más cosas buenas que malas”.
“Dios debería permitirme entrar al cielo, porque he tratado de guardar los diez
mandamientos”. “Dios debería dejarme entrar al cielo, porque soy miembro de
cierta iglesia” etc. Todas estas respuestas apuntan hacia MI, pero la salvación
no es mía, la salvación es del Señor.
Hay un solo motivo por el cual puedo ir al cielo. La respuesta apropiada es la siguiente: Iré al cielo por una sola razón. Y esta única razón es Jesucristo mi Salvador. Sin su obra en la cruz, yo nunca podría ser salvo. Si ÉL no hubiese dado su vida por mí, jamás podría entrar al cielo. ÉL es mi única esperanza. ÉL es la única justicia que tengo y ÉL es toda la justicia que necesito. “Gracias Señor por salvarme.” Note que con esta respuesta nos desentendemos de nosotros mismos y señalamos claramente hacia el Salvador y solo hacia ÉL.
Hay un solo motivo por el cual puedo ir al cielo. La respuesta apropiada es la siguiente: Iré al cielo por una sola razón. Y esta única razón es Jesucristo mi Salvador. Sin su obra en la cruz, yo nunca podría ser salvo. Si ÉL no hubiese dado su vida por mí, jamás podría entrar al cielo. ÉL es mi única esperanza. ÉL es la única justicia que tengo y ÉL es toda la justicia que necesito. “Gracias Señor por salvarme.” Note que con esta respuesta nos desentendemos de nosotros mismos y señalamos claramente hacia el Salvador y solo hacia ÉL.
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