martes, 1 de julio de 2014

DECLARANDO A CRISTO

Un verdadero creyente confiesa (declara) a Cristo, la palabra confesar proviene de la palabra  griega homologeo (homo=igual; logeo del verbo lego=decir) y significa “decir lo mismo que otros, estar de acuerdo”. El creyente en Cristo debe confesar al Señor Jesús con su boca (Romanos 10:9-10) y por lo tanto debe decir públicamente que está de acuerdo con lo que Dios ha dicho respecto a su Hijo (1 Juan 5:9-12).
Tal como la etiqueta de un tarro está para confesar su contenido, un creyente debe confesar a su Señor y Salvador claramente, sin vergüenza pues la Escritura dice: “Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado” (Romanos 10:11). Todo verdadero creyente debería poder decir como el apostol  Pablo “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree;” (Romanos 1:16). Nuestro señor Jesucristo jamás se avergonzó de morir  públicamente por nosotros (Mateo 27:39, 54-55).
Palabra negar es lo opuesto a confesar (ver Juan 1:20 y 1 Juan 2:22-23). Confesar es decir “SI” y negar es decir “NO”. En Lucas 22:57-60, Pedro debió haber dicho “si lo conozco” (versículo 57), “si soy uno de ellos” (versículo 58), “si estuve con ÉL” (versículo 59-60). Pero Pedro lo negó (versículo 57). Aun cuando Pedro tuvo un lapsus de fe, su reacción indica que Pedro era un verdadero creyente “Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente” (versículo Lucas 22:62), confesó Pedro al Señor Jesucristo más adelante ante miles de hombres (Hechos 2:14, 22-24,29, 36,41) que él era Señor y Salvador. Si alguien le hiciera la pregunta: ¿afirma usted que el Señor Jesús es su Señor y Salvador? ¿Qué respondería?
La confesión de nuestra boca debe estar de acuerdo con la conducta de nuestra vida. Tito 1:16 describe a un grupo de profesantes “Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra”. Si el caminar de uno está en conflicto con su hablar y esto es abominación para el Señor. Aunque ellos afirmen conocer a Dios, ellos son mentiroso y la verdad no está en ellos (1 Juan 2:3-4). 
El mundo quiere ver, que el Cristo que nombramos con nuestros labios, es el Dios a quien servimos con nuestras vidas.
El Señor dio promesas a aquellos que lo confesaran ante los hombres “A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.” (Mateo 10:32), “Os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios (Lucas 12:8), “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles” (Apocalipsis 3:5),
Hay un costo implícito en confesar que Cristo es el Mesías (Juan 9:22) y debido a este costo, muchos no lo confiesan (Juan 12:42). Durante las persecuciones cristianas de los siglos 2 y 3, aquellos creyentes que no negaron al Señor aún a riesgo de gran sufrimiento, fueron conocidos como CONFESORES, no tenían vergüenza de identificarse con Jesucristo, aun cuando significase su propia muerte.
¿Usted confiesa a Cristo ante su familia, sus amigos, sus seres queridos y sus vecinos? ¿Usted lo abraza a ÉL con gozo y lo tiene como su Señor  y su Dios (Juan 20:28)? ¿Le avergüenza hablar de Él y decir a otros lo que ÉL ha dicho y lo que ÉL ha hecho?, entonces examínese si está en la fe, Dios le bendiga.



No hay comentarios:

Publicar un comentario